mayo 22, 2009

Atrapados

Alguna vez escuche una historia que hablaba de un perrito que lloraba y lloraba lastimosamente, sin ninguna razón aparente, era tal su lamento, que la gente que lo escuchaba, ya desesperada, se acerco al dueño a preguntar qué era lo que estaba pasando, sin mostrar la mínima preocupación, el dueño contesto que el perrito estaba sentado sobre un clavo de 10 centímetros el cual se le estaba enterrando en el trasero y que por esa razón lloraba tanto. Las personas sorprendidas por la respuesta, volvieron a preguntar que si esa era la razón del llanto, por qué el perro no se ponía en pie y dejaba de lastimarse, tajantemente el dueño respondió, mi perro lamentablemente es como muchas personas, a las que les duele lo suficiente para quejarse, pero no les duele lo suficiente para moverse. ¿Conoces a alguien así?, esta historia aunque irónica refleja la realidad de muchas personas, ya que todos conocemos personas que pasan la mayor parte del tiempo quejándose por problemas y situaciones que probablemente a los ojos de las demás no son tan dramáticas, y cuya solución parecería evidente; esta conducta es susceptible de presentarse en cualquier ámbito de nuestras vidas.

La pregunta es entonces ¿Por qué no se mueven?, y ante esto hay dos probables respuestas, la primera es por auto compasión, porque es mas cómodo quejarse que afrontar los problemas en busca de soluciones, la segunda y más dramática, es porque no saben que tienen que moverse o no saben cómo hacerlo. Este fenómeno aunque es muy fácil de ver en las demás personas, es muy difícil de detectar en nosotros mismos, y bien podríamos estar sufriendo del mismo dolor y no movernos, para ello es importante que tengamos una forma sencilla y fácil de identificar hasta que punto podríamos estar estancados en nuestra zona cómoda. Pasamos la mayor parte de nuestra vida tratando de construir un ambiente de seguridad, que comúnmente llamamos zona de confort o zona cómoda, y no percibimos que al igual que todo nuestro entorno, esta zona sufre mutaciones constantes, al grado que cuando nuestra zona de comodidad ya no es tan cómoda, ¡peligro! podríamos empezar a quejarnos y no movernos por tratar de salvaguardar este entorno de comodidad.
Por ello existen 4 elementos que debemos analizar:
¿Hay alguna situación en la que te sientes victima de las circunstancias?, considera que probablemente tú eres el responsable directa o indirectamente.
Te es muy fácil encontrar culpables, pero no logras visualizar soluciones, recuerda que cuando no logras encontrar las soluciones, es probable que se deba a que tu formas parte del problema.
¿Los retos que enfrentas los ves principalmente como dificultades o problemas y no logras visualizar nuevas oportunidades?
Y por último, bajo ciertas circunstancias te encuentras dependiendo de otras personas, es casi seguro que tú podrías tomar las riendas de la situación. Albert Einstein dijo que la definición del problema es incluso más importante que la propia solución, entonces reaccionemos ante los probables síntomas de un problema y así estaremos avanzando enormemente en lograr la solución del mismo.

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